Blas Servín, un humano extraordinario que amó y enseñó la ciencia

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Hoy, 16 de abril de 2020, Asunción está triste y todo un país llora desde sus casas. Ha fallecido Blas Servín Bernal, el principal divulgador científico que tuvo Paraguay. Durante su vida fue un padre ejemplar, esposo atento y abuelo y bisabuelo amoroso. Además de un amigo excepcional y educador transformador. Se caracterizó por ser un humano extraordinario.

Paraguay no es un país que se destaque, lamentablemente, por su ciencia; su inversión en I+D no llega siquiera al 1 % del PIB. Los esfuerzos por llevar al país hacia una sociedad y economía del conocimiento todavía son muy limitados y en pleno siglo XXI tenemos al 6 % de la población en el analfabetismo. Esta sociedad no aprecia tanto el conocimiento.

Pero a veces hay excepciones. El profe fue uno de esos casos. Formado en propiedad intelectual y funcionario del servicio diplomático paraguayo en Europa, Servín comenzó a inclinarse por la historia de la astronomía. Se interesó por saber cuáles astrónomos pasaron o se quedaron en Paraguay en el pasado.

Así redescubrió y difundió los trabajos de Buenaventura Suárez, el sacerdote jesuita y astrónomo de San Cosme y Damián que se carteaba con científicos de Suecia, Rusia, Inglaterra y China en el siglo XVIII. Y quien, junto a Benjamin Franklin, fue uno de los primeros científicos americanos en publicar en la revista de la Royal Society de Londres.

Como divulgador, Blas se destacó en el eclipse total de Sol de 1994. Exvicepresidente del Club de Astrofísica del Paraguay y fundador de la Asociación de Aficionados a la Astronomía, creó varios clubes de ciencia en escuelas y colegios de Asunción, Central y el interior del país. En el año 2000, ingresó como miembro de la Sociedad Científica del Paraguay, por un trabajo sobre la astronomía de los guaraníes.

fenómenos astronómicos
Homenaje al astrónomo y sacerdote jesuita Buenaventura Suárez, primer astrónomo del Río de la Plata, ubicado en la ciudad de San Cosme y Damián. (Ciencia del Sur)

En las últimas dos décadas investigó principalmente en astronomía cultural, interesándose específicamente en los ava guaraní y aché. Llegó a ser miembro de la Comisión Directiva de la Sociedad Interamericana de Astronomía en la Cultura.

En junio de 2001 inauguró el primer planetario que tuvo Paraguay, ubicado en pleno centro. El equipo había sido donado por el Gobierno de Japón y hasta hoy sigue en funcionamiento. Pero su sueño se extendió y creó el Centro Astronómico Bicentenario, instalado en el barrio Sajonia, y que, además de acobijar al planetario, tiene una sala de clases y un museo de ciencias.

Otro de sus grandes aportes fue haber redescubierto e impulsado a la ciudad de San Cosme y Damián, en el departamento de Itapúa, con la construcción del Centro de Interpretación Astronómica Buenaventura Suárez, que recibe miles de visitantes cada año y que permite el desarrollo turístico en esa región del sur paraguayo.

En 2017 fue uno de los profesores del Primer Seminario de Comunicación Científica Digital, en un evento inédito organizado por Ciencia del Sur.

Fue primer secretario de la Embajada de Paraguay ante el Estado Vaticano, en donde también realizó algunos estudios. Tuvo el grado de Comendador de la Orden de San Gregorio Magno otorgado por el papa Juan Pablo II y el grado de Caballero de la Soberana Orden Militar de Malta.

En 2009 fue galardonado con el Premio Tomás Moro de la Universidad Católica Nuestra Señora de la Asunción (UC) y en 2016, con el Premio Nidia Sanabria de Investigación, en la categoría de educación y divulgación científica, de la Universidad Iberoamericana. A finales del 2017, el Gobierno de Perú lo condecoró. En 2019 se le concedió el reconocimiento de la “Orden Nacional al Mérito Comuneros”, del Congreso Nacional de Paraguay.

Blas Servín fue condecorado por el Congreso Nacional en 2019. (Diputados)

Pero ni sus cargos ni sus premios pueden englobar todo lo que hizo. Cientos de personas escucharon sus clases y conferencias, decenas trabajaron con él en varios proyectos o asistieron a sus talleres de verano o invierno (a veces a ambos). Mientras que unos cuantos compartieron su afición en el club que fundó o en los emocionantes viajes al interior para hacer observaciones.

Curioso, emotivo y disciplinado. En las reuniones mensuales de la asociación repartía el mapa de estrellas, hablaba sobre las efemérides astronómicas y contaba todo lo que se vendría en los próximos meses en materia de las ciencias y tecnologías especiales. Cuando terminaba los encuentros compartía algo de Enya y se quedaba a hablar un rato más.

“Nuestro futuro está allá en el espacio. Ahora podemos viajar, pero no vivir todavía. Aquí estamos destruyendo nuestro medio ambiente. No pensamos que nos queda la Tierra. Aquí vivieron nuestros ancestros y van a vivir nuestros descendientes, pero no estamos cuidándola. La Tierra se daña y es irreversible. Debemos pensar seriamente en unirnos todos, para cuidar al planeta y a nosotros mismos”, dijo Servín en una entrevista.

En esa misma conversación, recomendaba a los jóvenes paraguayos que estudiaran mucho y se hagan amistades que también gusten de los estudios: “No hay otra cosa. Para nosotros, la vida fue fácil. Se vivía fácil en Paraguay. Hoy es complicado, hay mucha competencia. Y los jóvenes están obligados a estudiar, si no les será muy difícil su existencia”.

Es verdad que no todo fue perfecto. El profe se peleó y distanció de algunos grupos de ciencia y divulgación. Como todo humano, cometió errores que sin embargo no oscurecieron jamás su grandeza, predisposición y bondad. Lamentablemente, ninguna universidad paraguaya le otorgó un doctorado honoris causa, que realmente se merecía. Una privada le invistió con un profesorado de honor en 2019.

Y aunque no tenía carrera como profesor, es reconocido así porque popularizó la ciencia en todos los rincones del Paraguay conocido y desconocido, de manera informal. Blas es irremplazable, pero hizo un gran trabajo que inspiró a varias generaciones que continuarán con su labor de educar a la gente en el apasionante mundo de los astros.

El profesor Servín visitó diferentes sitios arqueológicos de importancia astronómica, como este en Perú. (Archivo)

Profesor por 20 años

En el año 2000, un periódico de Asunción informaba que la UNA inauguraría un observatorio astronómico ese año. Tenía 11 y me interesaba la astronomía, así que quise saber más, pero en el diario no me supieron ayudar, así que marqué el 112 y pregunté el número de algún astrónomo paraguayo. La operadora me dijo que solo había uno y me pasó el número del profe.

Le llamé sin conocerle y hablamos por 30 minutos. Sabiendo que todavía estaba en sexto grado de primaria, igual me invitó a formar parte de la asociación de aficionados a la astronomía, que por entonces se reunía en el Colegio Dante. Desde entonces, lo escuché, seguí, ayudé, entrevisté, admiré y trabajé con él. En dos décadas nos discutimos, nos reconciliamos y nos respetamos mutuamente.

Es apenas una relación de 20 años en la cual aprendí grandes principios de divulgación científica, pero principalmente la gran calidad humana de un maestro. Fue uno de los primeros en apoyar la idea de creación de Ciencia del Sur, tanto que me propuso ser «su padrino honorario». Era consciente del valor del periodismo y la divulgación para países como Paraguay.

En las próximas décadas e incluso el próximo siglo, cuando los investigadores e historiadores estudien este periodo de la vida institucional de Paraguay, sin dudas, la mayoría de los que vivimos este tiempo estaremos completa –y justificadamente- olvidados. Pero el nombre de Blas Servín perdurará.

No hay un funeral público, no se puede. Pero quizás algunos hogares asuncenos pongan Blue Moon u Orinoco Flow para recordarlo o miren esta noche el cielo. Un cielo que nos recordará, además de la finitud de nuestra especie, la grandeza y trascendencia de los que alguna vez brillaron como estrellas en la Tierra.

En una de las varias entrevistas que le hice, cuestionó: “¿Será que alguien se da cuenta que estamos trabajando o ve lo que hacemos?” La respuesta se ve ahora. Gracias por todo Blas, gracias por todo profe.

Servín comunicó y enseñó astronomía hasta los últimos meses de vida. (Foto: Liz Acuña)

 

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Director ejecutivo de Ciencia del Sur. Estudió filosofía en la Universidad Nacional de Asunción (UNA) y pasó por el programa de Jóvenes Investigadores de la UNA. Tiene diplomados en filosofía medieval y en relaciones internacionales.
Condujo los programas de radio El Laboratorio, con temática científica (Ñandutí) y ÁgoraRadio, de filosofía (Ondas Ayvu).
Fue periodista, columnista y editor de Ciencia y Tecnología en el diario ABC Color y colaboró con publicaciones internacionales. Fue presidente de la Asociación Paraguaya Racionalista, secretario del Centro de Difusión e Investigación Astronómica y encargado de cultura científica de la Universidad Iberoamericana.
Periodista de Ciencia del Año por el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (2017). Tiene cinco libros publicados.

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1 COMENTARIO

  1. Excelente articulo sobre la vida y la obra del Profesor Blas Servin. Ejemplo para los jovenes y estudiosos a quienes tanto dio. Su memoria quedara grabada y asociada a la divulgacion cientifica y la astronomia del Paraguay, como la de su antesesor Buenaventura Suárez.

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