«La Academia Paraguaya de la Lengua Española fue fundada el 30 de junio de 1927 en Asunción por un grupo de los más ilustres intelectuales paraguayos de la época. El primer presidente de la entidad fue Luis de Gásperi, autor de numerosas obras jurídicas e históricas, entre ellas el anteproyecto del Código Civil paraguayo vigente», señala el sitio web de la organización.
Según la entidad, la finalidad principal de la Academia «ha sido, entre otras, la de promover y fomentar el cultivo de las bellas letras y la ilustración de la cultura literaria y filológica en lengua hispana en el Paraguay». No muchos han sido privilegiados con un sillón en esta institución.
El escritor y periodista Bernardo Neri Farina (Asunción, 1951) ingresará este martes 6 de marzo a la Academia Paraguaya de la Lengua Española (Aparle). Será aceptado como académico de número y ocupará el sillón de la escritora Gladys Carmagnola (fallecida en 2015). Su discurso de apertura lleva por nombre Las redes sociales y la dinámica de la lengua.
Para el comunicador, algunos sectores intelectuales todavía muestran conservadurismo y temor, por ejemplo, hacia las redes sociales, pero tarde o temprano deben bajar “a la calle”. Su conferencia de ingreso se hará a partir de las 19:30 horas, en la Casa Josefina Plá, que es la sede oficial de la Academia (25 de Mayo 972 C/ EE. UU.). La entrada es libre y gratuita.
Neri Farina es un reconocido escritor que pasó por varios medios de comunicación donde ejerció como periodista y director. Tiene varios libros publicados, entre ellos El último Supremo: la crónica de Alfredo Stroessner (El Lector), Los pecadores del Vaticano (El Lector), Los dilemas de Lugo (El Lector), El Paraguay bajo el stronismo y El siglo perdido (Servilibro). Su obra Fuego pálido (Servilibro) fue Premio de Novela Inédita Lidia Guanes.
Actualmente, Bernardo se desempeña como presidente de la Sociedad de Escritores del Paraguay (SEP). Ciencia del Sur aprovechó brevemente para hablar con el comunicador, antes de ser investido como académico, sobre su visión de nuestra lengua, de nuestros intelectuales y de nuestra cultura.
-¿Cuál es su visión del castellano paraguayo?
El castellano paraguayo tiene peculiaridades muy llamativas. En ciertos casos seguimos usando formas del castellano medieval, como eso de “un mi amigo”, por ejemplo. Carlos Villagra Marsal demostró que esa no fue una malformación nacida aquí sino una antigüedad que nos quedó desde la Conquista quizá por nuestro aislamiento.
El Paraguay contribuyó a agilizar también el idioma creando el verbo “llavear” (antes se decía echar llave o ponerle llave). El año pasado, la academia de nuestro país lanzó el Diccionario del Castellano Paraguayo que contribuye para un estudio filológico serio de nuestros localismos.
Somos un país mestizo y nuestra lengua también lo es. Tiene virtudes y también defectos sobre los que hay que ir trabajando. Y en eso la academia tiene trabajo que hacer.
-En algunos países, las redes sociales funcionaron en los levantamientos populares, revoluciones o sirvieron para difundir noticias y conocimiento, ¿cómo ayudan a la lengua española?
La lengua española es muy rica por su capacidad de absorber los cambios que derivaron de las transformaciones de la sociedad a través del tiempo. Hemos asimilado muchos extranjerismos, pero dentro de las formas sintácticas, gramaticales y ortográficas propiamente españolas.
La Real Academia Española (RAE) siempre sostuvo que el idioma lo hace la gente y la labor académica es “fijar, limpiar y dar esplendor” al habla popular. En las redes se nota el vigor en la capacidad expresiva del idioma, que puede abarcar todo tipo de manifestación emocional, abstracta, técnica y tecnológica.
En la tecnología hay una lengua de posición dominante, el inglés, por la lógica razón de que la mayoría de los inventos y artefactos derivan del mundo anglo. Pero también el inglés sigue teniendo influencia de las raíces latinas: la palabra computer (computadora en inglés) proviene del latín putare. Hay mucha interacción en las lenguas, y eso se nota en las redes.
-Usted es un intelectual que no tiene problemas en usar las redes sociales y defenderlas, ¿por qué supone que algunos colegas suyos desdeñan, discriminan o ningunean a estas plataformas virtuales?
Algunos sectores intelectuales siguen siendo muy conservadores y temerosos de los cambios. A muchos, las redes los sacan de su zona de comfort, porque los exponen directamente ante la gente, y eso produce miedo. Pero las redes son maravillosas para interactuar con el mundo.
Un intelectual tiene el deber moral de bajar a la calle y caminar con las personas reales: sentirlas y que ellas le sientan a uno. El intelectual debe influir en la sociedad, si no lo hace no cumple con esa misión moral que tiene.
-Ganó diversos premios y obtuvo varios reconocimientos, ¿qué significa ingresar como académico de número a la Academia Paraguaya de la Lengua Española?
No puedo eludir el lugar común de decir que es un honor inmenso. Cuando miro nombres de gente que estuvo en la academia, Efraím Cardozo, Fulgencio R. Moreno, Eligio Ayala, Manuel Domínguez y más acá en el tiempo Hugo Rodríguez Alcalá, Augusto Roa Bastos, Carlos Villagra Marsal, Ramiro Domínguez, entre tantos, me pregunto hasta con pudor: ¿Yo entre ellos?
-¿Cuáles son los problemas más urgentes que tenemos con respecto a la lengua española en el Paraguay?
Un problema esencial es que el sistema educativo no apunta a la formación de un ciudadano culto, que no quiere decir que todos sean exquisitos escritores ni herméticos pensadores, sino que tengan clara visión del mundo en que viven, que sepan abstraer ideas y pensamientos y que las expresen claramente.
Y que sepan enfrentar las complejidades que presenta el mundo actual. Ese tipo de ciudadano tiene una base insoslayable: la lectura. El libro sigue siendo instrumento esencial del desarrollo humano integral.
-¿Cuál es el futuro de la lengua española en el Paraguay?
Depende de la educación. Muchas veces le echamos la culpa al guaraní de nuestros problemas lingüísticos, y eso es absolutamente injusto. El problema es que aprendemos mal el español y encima ahora se está enseñando un guaraní que no es el idioma que habla el pueblo.
Una labor esencial de la academia en Paraguay será que la afluencia masiva y vertiginosa de nuevos términos de este tiempo se encauce dentro de la formas gramaticales, ortográficas y sintácticas del castellano, un idioma que no ha dejado de evolucionar nunca. Desde El cantar del mío Cid, obra fundadora, hasta hoy, pasando por la gloria estructural idiomática de Don Quijote de la Mancha.
La literatura es un medio esencial para que nuestro idioma siga brillando.
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Director ejecutivo de Ciencia del Sur. Estudió filosofía en la Universidad Nacional de Asunción (UNA) y pasó por el programa de Jóvenes Investigadores de la UNA. Tiene diplomados en filosofía medieval y en relaciones internacionales.
Condujo los programas de radio El Laboratorio, con temática científica (Ñandutí) y ÁgoraRadio, de filosofía (Ondas Ayvu).
Fue periodista, columnista y editor de Ciencia y Tecnología en el diario ABC Color y colaboró con publicaciones internacionales. Fue presidente de la Asociación Paraguaya Racionalista, secretario del Centro de Difusión e Investigación Astronómica y encargado de cultura científica de la Universidad Iberoamericana.
Periodista de Ciencia del Año por el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (2017). Tiene cinco libros publicados.