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La Universidad de Stanford, ubicada en California, es una de las mejores cinco universidades del mundo y tiene una dotación financiera que supera al PIB de varios países. (Eduardo Quintana / Ciencia del Sur)
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“Nuestros graduados van a influir en la educación de todo el mundo durante décadas. No pueden tener miedo de tener una conversación con alguien de un origen diferente”, dijo recientemente Eric Abrams, el nuevo encargado de Inclusión de la Escuela de Posgrado en Educación de la Universidad de Stanford. Días antes, 5.106 estudiantes se graduaban de la segunda mejor universidad del planeta según el ranking QS 2018.

No es casualidad que en este lugar traten de rescatar la lengua cherokee a través de la unión de literatura y tecnología, aboguen por el uso masivo de buses eléctricos o busquen una versión alternativa al famoso Test de Turing para la inteligencia artificial. Y tienen dinero para ello, ya que figura entre las cinco universidades del mundo con mejor presupuesto. Además, y como extensión, esta meca de la ciencia también ofrece cursos gratuitos online para todo el mundo.

En este ambiente de celebración, pero también de mudanzas de alumnos y encuentros, la Fundación Ealy Ortiz A. C. e InquireFirst organizaban el Taller Jack F. Ealy de Periodismo Científico, que tendría por primera vez a la institución educativa californiana como sede principal de un evento con comunicadores científicos de México, EE. UU., Guatemala, Costa Rica, Perú, Bolivia y Paraguay.

Esta casa de estudios lanzaba 1.673 licenciados, 2.433 magísteres y 1.000 doctores en diferentes áreas del conocimiento en su acto del 17 de junio de 2018, donde el actor Sterling Brown, durante su discurso de graduación, dijo a los graduados que tienen una oportunidad y a la vez responsabilidad para dejar el mundo mejor de como lo habían encontrado. Es un grupo nutrido que competirá con sus pares de otras grandes universidades anglosajonas por los mejores puestos en la academia, gobierno y negocios, así como lanzarse a emprendimientos propios.

Obras de Rodin pueden verse en el campus de la universidad. La institución cuenta con 7 escuelas de grado y posgrado y unos 17.000 estudiantes. (Eduardo Quintana/Ciencia del Sur)

Leland Stanford Junior University es una prestigiosa universidad privada de investigación, surgida en 1891 y ubicada en el revolucionario Silicon Valley. Con alrededor de 17.000 estudiantes, alberga en su pasado y presente a ganadores de diferentes premios Nobel. El presupuesto 2017-2018 fue de US$6,3 mil millones, sin contar su dotación financiera de US$24.8 mil millones.

Alrededor del 17% de estos fondos se obtienen por investigación patrocinada por varias instituciones y un 9% por la utilización del Laboratorio Nacional de Aceleradores que tiene esta universidad. Un 20% de los servicios de salud que ofrecen. La diversificación de sus fuentes de financiación es una poderosa herramienta que le permite posicionarse en la sociedad del conocimiento.

Comunicación de la ciencia

En este lugar se desarrollaron las primeras clases y conferencias de los diferentes profesores del curso de periodismo científico. Periodistas, escritores científicos, ingenieros, investigadores y académicos de varias áreas protagonizaron unas jornadas de introducción al conocimiento y a la tecnología que se está creando en esta parte del mundo.

Periodistas, escritores, científicos y organizadores del Taller Jack F. Ealy de Periodismo Científico, en la Universidad de Stanford. (El Universal/ Germán Espinosa)

El taller, enfocado en medio ambiente, energía y ciencias de la Tierra, contó con profesores de muy alto nivel, como al Dr. Robert Jackson, ingeniero químico y ecólogo, director del Departamento de Sistema de Ciencias de la Tierra de la universidad, experto en clima y medio ambiente e investigador senior del Instituto Stanford Wood de Medio Ambiente. Además, el periodista Thomas Hayden, director de la maestría en Sistemas de la Tierra y Comunicación Ambiental de Stanford, quien enseña periodismo científico y ambiental en la institución.

Otros conferencistas fueron Blás Pérez y Arun Majumdar, ambos del Precour Institute for Energy, de Stanford, Daniel Uribe, CEO de la empresa Genobank, Amy Adams, jefa de comunicación científica de la institución californiana, Dawn García, directora del programa John S. Knight Journalism Fellowships y Rafael Fernández de Castro, profesor y director del Center for U.S.-Mexican Studies de la Universidad de California en San Diego.

También fueron panelistas Rosalind Reid, presidenta del Consejo de Avance para la Escritura Científica de los Estados Unidos y Sebastien Tilmans, director del William and Cloy Codiga Recource Recovery Center de la Universidad de Stanford. Los periodistas del programa Jack F. Ealy pudieron conocer de cerca lo que se hace en la universidad, las técnicas de comunicación de la ciencia, los avances científicos, el estado de varias investigaciones y las innovaciones tecnológicas que hoy ofrece la institución.

Los recorridos incluían visitas a laboratorios o centros de innovación en el campus universtario.

Varias instituciones

El Taller Jack F. Ealy de Periodismo Científico se realizó también en el Consulado de México en San Francisco, con otros profesores y expertos en varias áreas del conocimiento y específicamente de la comunicación científica.

Las otras instituciones que apoyaron el evento fueron, además de Stanford, la USAID, el recientemente creado Instituto de Periodismo Científico y Formación Profesional, el diario mexicano El Universal, Mexico Clean Economy 2050, el Consulado de México en San Francisco, la Secretaría de Educación Pública de Puebla y la Fundación Gordon y Betty Moore.

Cherokee y autos eléctricos

La universidad incentiva el uso de buses eléctricos, dentro y fuera del campus en Palo Alto y Stanford. (Ciencia del Sur / Eduardo Quintana)

No es difícil saber lo que hace la principal universidad de California. Figura en los mejores rankings en cuanto a número de publicaciones y citaciones. Además, sus diferentes departamentos se encargan de difundir la mayor parte del trabajo que hacen sus investigadores. En sus siete escuelas podemos encontrar desde estudios sobre la polarización de la sociedad estadounidense, protagonizada por sus principales filósofos, pasando por mejoras en el tratamiento de aguas residuales hasta física experimental o realidad virtual desde la psicología.

La lengua cherokee es hablada por la comunidad del mismo nombre, alrededor de 12.000 personas, en Carolina del Norte y Oklahoma. Estudiantes de ciencias de la computación crearon un libro online de cuentos interactivo en esta lengua para ayudar a unos alumnos de Carolina del Norte. Además del producto en sí, lo que se trató de medir fue la interacción entre lenguaje y tecnología.

Y si de tecnología se trata, Stanford está apostando enormemente por la electrificación masiva. Es así como dispone de estacionamientos exclusivos para autos eléctricos. Con una tasa de US$0,5 a US$2 por hora, dependiendo de la zona del campus, los automovilistas pueden aparcar y cargar sus baterías mientras realizan sus gestiones. Sin embargo, se pretende que los estudiantes y visitantes de la universidad se desplacen en los buses eléctricos.

Es que California es el Estado líder de ventas de autos eléctricos en EE. UU. En Palo Alto y cualquier distrito de Silicon Valley pueden verse diferentes modelos de Tesla y otras marcas de estos vehículos. Sin embargo, y aunque los números favorezcan, falta aumentar la demanda de compra en diferentes ciudades californianas.

El campus universitario dispone de estaciones y cargadores de batería de los automóviles eléctricos. (Ciencia del Sur / Eduardo Quintana)

En la universidad también hay un uso extensivo de las bicicletas, tanto que tienen sus propios estacionamientos en diferentes partes del campus.

¿Puede la inteligencia artificial descubrir una ley natural?

Lo que más llamó nuestra atención en Stanford fue un anuncio con mucha algarabía: la recreación de la tabla periódica de los elementos por parte de un programa de inteligencia artificial (IA) en la Escuela de Ciencias y Humanidades. Investigadores de esta facultad utilizaron un programa de IA de Google que sirve para analizar el lenguaje natural y, en vez de palabras, le dieron acceso a todos los compuestos químicos conocidos.

El Atom2Vec, nombre del programa, pudo identificar y combinar los compuestos como cualquier humano, distinguiendo entre los diferentes átomos. Pero a lo que la humanidad le tomó casi un siglo de trabajo colaborativo e internacional entre varios químicos, a la inteligencia artificial apenas le tomó unas horas, según los científicos del proyecto, liderado por el Dr. Shou-Cheng Zhang, profesor de física.

El objetivo final es descubrir nuevos materiales, aunque hay un fin superior: probar si la inteligencia artificial puede encontrar leyes de la naturaleza. Zhang comentó, a través de un comunicado, que si bien el test inventado por el matemático británico Alan Turing, utilizado para saber si una inteligencia es humana o artificial, está muy extendido, se pueden examinar otras alternativas.

De hecho, según el profesor, el Test de Turing valora las respuestas humanas, las cuales incluyen un cúmulo de ideas y comportamientos irracionales, algo difícil de procesar para las máquinas inteligentes. Para el investigador, en vez de perder el tiempo tratando de emular el comportamiento del homo sapiens, es mejor darle otros trabajos a la inteligencia artificial. Por ejemplo, descubrir los logros científicos humanos para comprobar en el futuro si la IA puede encontrar leyes naturales como lo hacemos los de carne y hueso.

De hecho, Atom2Vec tiene un desafío mayor actualmente. Luego de su logro con la tabla periódica, intentará diseñar un anticuerpo adecuado para atacar antígenos, moléculas capaces de inducir una respuesta inmune que son específicas de las células cancerosas. En esta carrera se embarca ahora Stanford, entre muchas otras, en medio de un Valle del Silicio que no descansa.

La IA descubrió la tabla periódica en pocas horas. ¿Podrá encontrar leyes de la naturaleza? Es lo que tratan de responder en Stanford. (Claire Scully / Stanford.edu)

Nota del editor: El viaje del director ejecutivo de Ciencia del Sur, Eduardo Quintana, fue posible gracias a una beca corta del Gobierno de los Estados Unidos de América a través de su embajada en Asunción, Paraguay.

 

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Director ejecutivo de Ciencia del Sur. Estudió filosofía en la Universidad Nacional de Asunción (UNA) y pasó por el programa de Jóvenes Investigadores de la UNA. Tiene diplomados en filosofía medieval y en relaciones internacionales.
Condujo los programas de radio El Laboratorio, con temática científica (Ñandutí) y ÁgoraRadio, de filosofía (Ondas Ayvu).
Fue periodista, columnista y editor de Ciencia y Tecnología en el diario ABC Color y colaboró con publicaciones internacionales. Fue presidente de la Asociación Paraguaya Racionalista, secretario del Centro de Difusión e Investigación Astronómica y encargado de cultura científica de la Universidad Iberoamericana.
Periodista de Ciencia del Año por el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (2017). Tiene cinco libros publicados.

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