Control de productividad de los cultivos en tiempo real, fertilización o riegos programados, vigilancia permanente de ganado a través de drones o el uso masivo de datos para cosechar hoy está siendo más utilizado en la agroganadería con aplicaciones en el celular y hasta con inteligencia artificial. ¿De qué manera Paraguay está inmerso en la agricultura de precisión o de la agricultura 4.0?
Sin dudas, una de las principales bases del país sigue siendo la agroganadería, que aporta más del 11% del PIB. La soja, poroto, sésamo y carne compiten en los mejores mercados internacionales. ¿Pero está haciendo algo el país para competir en una economía del conocimiento mientras la agricultura inteligente o digital es tendencia?
Agricultura de precisión, agricultura 4.0 o agricultura inteligente. Varios nombres para un mismo sistema que busca, a través de la tecnología, ayudar a los productores a gestionar el campo con precisión, eficacia y rapidez en base a una gran cantidad de datos. Desde estaciones meteorológicas automatizadas, pasando por sensores de medición de diversos parámetros, uso de robots, software de soportes y vehículos autónomos (de tierra y aire), internet de las cosas e incluso la inteligencia artificial, todo sirve para el fin.
En Europa hay muchos avances. Un ejemplo es el proyecto de innovación Granja Digital (Digital Farm), del BioSense Institute de Serbia, que busca la digitalización de la agricultura en el continente europeo. La granja intenta que los productores conozcan cómo puede ser la agricultura inteligente: la preparación del suelo, las zonas de manejo, la siembra, el riego, la fertilización o la protección de las plantas, hasta la cosecha y actividades preparatorias para la próxima temporada.
A nivel Mercosur, el paradigma del campo está cambiando. Los nuevos modelos de producción integran sofisticación, alta tecnología y digitalización. En Uruguay, por ejemplo, el modelo argentino de uso de tecnología avanzada para la agroganadería se instaló en los últimos años. Con bajo uso de inversión y un sistema tercerizado -el campo, los tractores, la cosecha, equipo agrícola y los silos arrendados- se innovó en poco tiempo.
Los productores exigían a las empresas arrendatarias maquinaria de última generación. Allí fue donde el Ing. Agr. Javier Pena Venturiello trabajó con siembra variable conectada con GPS y monitores con drones o aviones tradicionales. Pena es un especialista en Agricultura 4.0 en la región.
“Ese capital fue ahora a Brasil y Bolivia, principalmente por el alto costo de Uruguay. Pero el modelo quedó. Hay una gran cantidad de empresas de servicios para productores uruguayos o argentinos que replican el modelo. Cada vez se profesionaliza más la Agricultura 4.0. en Uruguay”, dijo el también experto en proyectos de producción.
“Hay alta especialización de personal, pero faltan mandos medios. Las personas que van a manejar los equipamientos recién se están comenzando a formar. ¿Quién repara al robot? Es la pregunta, existe un déficit de personal, pero hay muchos avances en el Mercosur. Se está imponiendo la tendencia de la Agricultura 4.0. Por ejemplo aquí en Uruguay, las agencias públicas que controlan las represas y el uso de ríos y arroyos cuentan con drones que hacen las inspecciones. Esos drones verifican el nivel de las aguas, si se sacó, si hay bombas clandestinas, etc.”, señaló
Pena Venturiello agregó que las tecnologías de la industria 4.0 en agricultura permiten ahorrar, llegar rápidamente a la información y tener una mejor velocidad de respuesta, sin olvidar que, pese a todos los adelantos y avances, el clima sigue siendo el factor determinante en el campo.
El caso paraguayo
Históricamente, Paraguay fue un país agroganadero. En los últimos años, su economía se diversificó y permitió extender los horizontes. Sin embargo, la agricultura y la ganadería todavía sostienen a gran parte de la población, pero todavía no tiene un desarrollo amplio de precisión en ese campo. ¿Hay unanimidad entre los investigadores del área?
Para el Dr. Juan José Bonnin, Docente Investigador de Tiempo Completo de la Facultad de Ciencias Agrarias de la Universidad Nacional de Asunción, Paraguay no está aún inmerso en la Agricultura 4.0, aunque se ven algunos avances en ciertas áreas. El principal obstáculo que encuentra es la falta de información básica del campo, ya que para este modelo se necesitan muchos datos.
Bonnin, especialista de agricultura de precisión -especifícamente compactación de suelo-, dirige justamente la cátedra de agricultura de precisión desde hace 8 años como disciplina en la UNA. Conocimiento que se enseña en la universidad y llega al campo. A eso se une también biotecnología, cultivos agrícolas sin suelo, mapas de necesidades de fertilizantes, aplicación en forma localizada o semillas mejoradas.
El Dr. Arnoud Cuppens, profesor e investigador de la Universidad Paraguayo Alemana (UPA), aseguró a Ciencia del Sur que la agricultura 4.0 no llegó aún lo suficiente a Paraguay. “Aunque hay mucha tecnología de maquinaria, el monitoreo y optimización de procesos en general tiene mucho potencial a mejorar”, manifestó.
El también ingeniero puntualizó que uno de los problemas es que no hay investigación para esta área. Cuppens, por cuenta propia, está desarrollando prototipos de sensores para manejo de agua. También tiene experiencia en uso de drones para la agricultura.
Por su parte, la Ing. Química Mónica Casanueva, directora de Investigación de la Universidad de San Carlos de Paraguay (USC) la Agricultura 4.0 es uno de los motores de los agronegocios, generando con ello la necesaria aplicación de conocimiento y tecnología a lo rural para competir en un mundo globalizado.
Para la investigadora, diariamente, la USC ve como Paraguay está ya inserto en la Agricultura 4.0 y cómo los alumnos o emprendedores se acercan con respuestas para optimizar el uso y la gestión de lo agrario.
Esto incluye: aplicaciones para el control remoto del ganado – niveles de agua, la implementación de sistemas satelitales para detectar los distintos cultivos y sus distintas etapas de crecimiento; app para la gestión del almacenamiento y transporte de productos; mapeos geo-referenciados de agroquímicos, patógenos, automatización y control del ambiente en invernaderos, sistemas hidropónicos o de acuaponía; sistemas innovadores de destrucción de patógenos en alimentos, etc.
Tanto para Bonnin, como para Cuppens y Casanueva, Paraguay debe innovar para ser competitivos en materia agrícola y ganadera. “Paraguay cuenta con los recursos humanos, la capacidad para formar alianzas estratégicas y el conocimiento para generar respuestas innovadoras de índole multidisciplinar. Por lo que los desafíos que enfrenta Paraguay para implementar sus innovaciones son más bien de carácter de gestión política (ejemplo el desarrollo de la infraestructura para la conectividad, el transporte, la investigación y la innovación) y cultural”, dijo Casanueva.
Agregó que, pese a ello Paraguay siempre estuvo presente e intenta mantenerse a la vanguardia del conocimiento y tecnología en el ámbito de las ciencias agroganaderas. Entre los ejemplos de ello se encuentran la trazabilidad molecular del ganado, gestión vía digital de la producción orgánica, mejoramiento genético, uso de la biotecnología, etc.
Para la Ing. Quím., falta mejor conexión entre academia y agroganadería. Puso como ejemplo al Conacyt, del sector público con sus instrumentos para crear y potenciar las estructuras de interfaz (EI) – centros de desarrollo tecnológico, incubadoras y oficinas de transferencia de resultados de investigación centros de investigación.
El sector privado aprovechó estos recursos y oportunidades, en algunos casos con éxito. Casanueva nombró entidades de interfaz del sector agrario -ya sea por gestión propia o con subsidios estatales- del área privada tenemos el CEA, CEDIC, CIPI, INBIO, CAPECO, entre los principales.
Bonnin indicó que tenemos que adoptar tecnología para producir más y mejor, a la vez de cuidar el medio ambiente. “Debemos mejorar la bioseguridad, seguridad, la productividad. Creo que a nivel país las tierras están muy caras, desarrollar nuevas áreas agrícolas costará mucho. Los productores no crecerán mucho en el futuro, entonces lo que debemos hacer es mejorar y ampliar la producción con tecnología, en el campo que tenemos. En vez de crecer en forma horizontal lo tendríamos que hacer en forma vertical, cuidando la sostenibilidad”, dijo Bonnin.
Paraguay del mañana
En el Plan Paraguay 2030, en donde se perfila la transición a una economía del conocimiento, la agricultura ocupa un lugar preponderante, en donde se menciona que se debe dotar de tecnología al sector y eliminar la dicotomía entre agricultura “empresarial y familiar” que persiste. En el Ministerio de Agricultura y Ganadería no hay avances o políticas tendientes a acelerar la agricultura 4.0. Pero en la academia, sí.
“El ingreso de Paraguay a una economía del conocimiento es una necesidad absoluta. Competimos en una economía basada en el conocimiento. Por lo que todas las acciones que Paraguay está tomando para fortalecer sus recursos humanos deben ser priorizadas, sostenibles e iniciarlas desde la infancia”, dijo Casanueva.
El Programa Nacional de Becas “Carlos Antonio López” (Becal) tiene un registro total de 55 beneficiados con maestrías y doctorados en el área de las ciencias agrícolas y ganaderas, siendo uno de los campos con mayor interés y demanda entre los aspirantes.
“Tenemos un fuerte foco en ciencias agrarias, medioambiental y biotecnología. De los 55 becados, 20 hacen un programa de doctorado. Eso le da un valor agregado Es gente que no solo conoce y se especializa, sino que hace investigación en el tema. Esto permite adentrarse en las necesidades específicas de nuestro país y darle connotación científica”, afirmó a Ciencia del Sur Federico Mora, director de Becal.
Según Mora, la formación que está permitiendo Becal representa un paso para el siguiente nivel en la economía, en el que el uso intensivo de tecnología en el campo será corriente, por lo que servirá enormemente la experiencia que traerán los becados al Paraguay. Además, agregó que los profesionales retornarán al país con una nueva consciencia del desarrollo sostenible y de solucionar las necesidades medioambientales.
“Paraguay necesita seguir siendo competitivo en agricultura y ganadería. El capital humano especializado que estamos formando marcará una diferencia importante en los cambios que vendrán con esta revolución tecnológica”, indicó.
Para Bonnin, lo importante a partir de ahora es crear la propia tecnología: “Debemos traer cosas de afuera y aprovechar, pero siempre y cuando adaptemos a las necesidades o condiciones de nuestro país. Que sean tecnologías accesibles a todos los productores, grandes o pequeños y que sean cultivos rentables. También falta invertir en investigación. Aunque exista el Conacyt, los fondos no siempre llegan rápido, el proceso para acceder a esos fondos es tedioso. Eso limita la investigación. También falta desarrollar tecnología propia”.
¿Cuáles serían estas tecnologías? Para la Universidad de San Carlos, la lista de tendencias incluye: Acuaponía, la georreferenciación, análisis instrumental en tiempo real in situ, app para el control logístico, análisis de ADN para el mejoramiento de la eficiencia en la extracción, reproducción bovina, análisis específicos de patógenos – nematodos, reciclaje y gestión de agua servidas del sector agrícola, manejo postcosecha y automatización del ambiente de los invernaderos, entre una gran infinidad de cosas.
Pena Venturiello asegura que la tierra en América Latina seguirá sirviendo a la agricultura del futuro, pero lo que se necesita es un gran salto tecnológico para romper los techos tecnológicos que tenemos en los cultivos con los agronegocios.
Además de una gran innovación tecnológica, los desafíos para Paraguay también tienen que ver con la reducción de la pobreza, la eliminación del analfabetismo, la creación de políticas públicas basadas en evidencia, el uso de tecnología de precisión y un mercado internacional cada vez más competitivo.
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Director ejecutivo de Ciencia del Sur. Estudió filosofía en la Universidad Nacional de Asunción (UNA) y pasó por el programa de Jóvenes Investigadores de la UNA. Tiene diplomados en filosofía medieval y en relaciones internacionales.
Condujo los programas de radio El Laboratorio, con temática científica (Ñandutí) y ÁgoraRadio, de filosofía (Ondas Ayvu).
Fue periodista, columnista y editor de Ciencia y Tecnología en el diario ABC Color y colaboró con publicaciones internacionales. Fue presidente de la Asociación Paraguaya Racionalista, secretario del Centro de Difusión e Investigación Astronómica y encargado de cultura científica de la Universidad Iberoamericana.
Periodista de Ciencia del Año por el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (2017). Tiene cinco libros publicados.